Por Manuel Mojica · manuel@relatoscondatos.com

Cuando Emily Pérez aplicó en 2020 para el Laboratorio de Emprendedoras en Guanacaste de Nosotras Women Connecting, presentó su proyecto Caprilove. 

Ella produce lácteos con leche de cabra y tiene clara su propuesta de valor y sus objetivos. Emily tiene tan claro que debe prepararse que esta entrevista se pospuso por unos días, en los que ella terminaba un curso de costeo y finanzas para fortalecer esa área de su negocio.  

¿Cuál fue el motivo por el que empezaste el proyecto? 

Cuando mi hija María Belén estaba recién nacida, me dio por querer usar productos naturales. Cuando le quitamos el pecho, empezó a presentar intolerancia a la lactosa, así que compramos una cabrita. Yo desarrollé habilidades empíricas para producir queso y yogurt, todo muy artesanal. 

Más adelante nos cambiamos de casa y yo tuve la oportunidad de recibir un curso en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA). Mi vecino vio las cabras y me empezó a comprar. 

Con respecto a las cabras y su producción, ¿Qué tanto ha crecido la actividad?

Empecé hace seis años con una cabra y hoy tengo 20. Se han reproducido naturalmente. Antes me emocionaba mucho poder generar 15 litros de leche y hoy salen unos 60 litros por semana. 

En la industria de los lácteos hay empresas muy grandes y fuertes. ¿Cómo has logrado competir contra esas marcas?

Sí [hay marcas y empresas muy grandes], pero lo que produzco ayuda a las personas que no pueden consumir lo que esas empresas grandes hacen. Además, en Nandayure soy pionera en presentar un producto como el mío. Lo que yo hago es yogurt pasteurizado con leche de cabra y fruta natural. 

Cuando la gente se dio cuenta de que lo hacía, me pedía muestras. Siempre le explicaba a la gente que no sabía como el que se hace con leche de vaca.  Alguna gente tiene la idea de que las cabras huelen mal y por eso tenían dudas, pero explicando, dándoles la oportunidad de olerlo y probarlo, se convencían de comprar. 

Con el tiempo descubrí que la gente que me compraba le daba de probar a otras personas o le pasaba mi número a terceros, que me hacían pedidos y todo creció solito. Me siento muy orgullosa. 

Iniciaste el proyecto por tu hija. ¿Cómo ha sido el balance del emprendimiento con las otras responsabilidades que tenés, además del rol de ser mamá? 

Tengo dos niños de 6 y 9 años. Yo tengo 30 años y estoy casada. Mi esposo trabaja y me tocó empezar todo solita. Aún así, creo que somos un equipo porque mis hijos aman a las cabras y son felices ayudando a cuidarlas. 

Al principio fue súper duro y tuve que organizarme mucho. Hubo un tiempo en que me acostaba a la 1 de la mañana, y eso que una señora me ayudaba con la limpieza. Pero con el tiempo he aprendido a equilibrar las cosas. No recuerdo muchos detalles porque siempre veía más allá y pensaba en lo que me esperaba. Me encanta imaginarme con mi cuarto de frío en un futuro. 

Emily con su hijo y su hija.

¿Creés que hay algo en Guanacaste que haya ayudado de manera especial a tu proyecto?

Creo que el éxito de este proyecto es que ha sido algo diferente y artesanal; mucho más allá de si soy o no de la comunidad. Lo importante es la calidad del producto. 

Cuando llegué por primera vez a vender a Sámara a la gente le llamó la atención que usé lentes, cubrebocas, gorra y delantal. Enseñé mis títulos del INA y con eso veían que sabía lo que estaba haciendo. 

Es difícil emprender porque tenés que cubrir todas las áreas de negocio con pocos recursos. ¿Cómo te ha ido con comunicación?

En esa feria que le digo de Sámara, una señora me dijo que me quería hacer una entrevista y me tomó una foto. Me dijo que enseñara mis títulos porque era importante retratar que era una mujer joven, emprendedora, madre, con un proyecto y ganas de progresar. La publicó y puso que eran los mejores yogures de leche de cabra. 

Siento que mucho tiene que ver con cómo presentés las cosas. Me gusta inspirarle a la gente confianza con lo que sé, con la indumentaria y con el producto. Me gusta saber que cuando abro mi hielera se ve limpio, huele bien y se siente fresco. Cuido mucho esos detalles. 

El contacto con mis clientes es muy bueno. Me permito informarles de todo lo que preguntan o tienen dudas y eso ayuda a que se queden conmigo. 

Siempre me pone muy contenta cuando alguien llega a mí y me cuenta que otra persona le habló de mi proyecto y que le dio de probar. Me gusta ver que la gente consuma mi producto. 

Si una mujer de la zona te buscara y te dijera que está pensando en iniciar su propio proyecto, ¿qué le dirías?

Le diría que, si se quiere montar un proyecto, que mejor que sea uno propio, para que pueda darle la imagen que quiera proyectar. Guanacaste es una zona en donde se puede salir adelante, pero hay que luchar. 

Yo pienso mucho en mi suegro que construyó su negocio de a poquitos, con lo que ganaba logró crecer sin préstamos ni deudas. Mi proyecto ha sido así. 

Me parece que es poca la gente que acepta empezar desde cero. Eso les puede llevar a endeudarse y pasan esclavizados para ver cómo lo pagan, entonces ni se emocionan con lo que hacen. Yo por eso tengo tanta ilusión con mis cabritas y me he involucrado tanto. 

En resumen, mi consejo sería que no se endeude, que empiece desde cero, pero con algo propio. Además, es importante que tenga una idea de qué quiere y toque las puertas. La gente compra lo que es rico y bueno. De hecho esa es una buena idea, vender comida. 

Para conocer más sobre Emily y su emprendimiento pueden ingresar a sus redes sociales:

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