por Manuel Mojica.

Andrés Valenciano – o Andy – se dio cuenta que la forma en que los hombres se comportan tiene mucho que ver con cómo les dicen que deben hacerlo.

Él empezó identificó que, reconstruir el imaginario de cómo debe comportarse un hombre es una buena forma de aportar a las luchas por la equidad.

Andy conversó con Nosotras sobre la importancia de promover espacios seguros para que los hombres se den el permiso de ser diferentes a lo que siempre se les ha asignado.

Andrés, ¿tenemos que hablar de “la masculinidad” o de “las masculinidades?

Esa es precisamente la discusión que hay que tener. Históricamente, es difícil encontrar valores que sean universales, que trascienden culturas, fronteras, países y demás; pero sí ha habido un valor casi universal que es la definición de esa masculinidad hegemónica. Esa construcción lo que ha hecho es decirle a los hombres que solo hay una forma de ser hombre, que nos ha encasillado y nos sigue encasillando.

El reto que tenemos es decir “no, no existe una sola masculinidad”.

¿Cuándo te diste cuenta de que esta ruptura – entre lo que dice la sociedad y lo que podés expresar – era posible?

Me apasione por el tema producto de mi interés en la violencia de género. Todo surgió de leer y ver cómo las mujeres son víctimas de la violencia de género. Eso me llevó a conversar con un amigo y le dije que quería hacer algo al respecto.

Él lo que me dijo es que lo mejor que podía hacer para trabajar por este tema era entender la masculinidad. Así comencé a entender que para lograr enfrentar el reto de la violencia de género a nivel sociedad, tenemos que trabajar en redefinir la masculinidad. Mucho del comportamiento que vemos en otras personas y en uno mismo se ve influenciado por esta definición de masculinidad hegemónica.

Entonces, entendí que, si quería realmente crear un cambio en esa línea, era necesario tener esa conversación.

¿Cómo ha sido tu experiencia conversando este tema con tus pares?

Ha sido sorprendente la cantidad de hombres que quieren conversar sobre este tema. Es un reflejo de los pocos espacios que existen para que puedan abordar esto en espacios seguros para conversar sobre qué significa ser hombre hoy en día y vivir de forma no tóxica, que sea más sana para los mismos hombres.

Cuando hablamos de nuevas masculinidades, ¿lo son en contraposición con qué?

Serían masculinidades distintas a esta definición que ha encasillado a los hombres, que se vuelve tóxica y poco saludable. Esta idea de hacerle creer a los hombres que deben ser machos alfa, proveedores económicos, fuertes, que no expresan emociones…

Eso no solo limita a los hombres solo en el plano emocional, sino que también lo restringe en el ámbito familiar. Muchas veces no se asume una cuota de responsabilidad en las labores domésticas, sino que solo asume su compromiso económico.

En el ámbito profesional también es importante hacerle ver a los hombres que no solo pueden ser médicos, abogados o ingenieros. También pueden, perfectamente, buscar otras formas de realización personal sin sentirse menos hombres.

Una nueva masculinidad es una forma distinta de vivir con respecto a ese rol que le ha asignado la sociedad a los hombres.

¿Cómo se puede generar empatía con la mayor cantidad de personas?

Hay muchas formas de generar sensibilización y muchas formas de trabajar el tema cuando hay un interés en pensar de forma global en los derechos humanos.

Cuando uno empieza a entender que redefinir la masculinidad es trabajar por permitir que los hombres se expresen de maneras más saludables. Hay muchos datos de estudios muy rigurosos que respaldan que estas actitudes tienen un impacto positivo directo en los distintos ambientes en los que comporten los hombres: como las familias y los lugares de trabajo. Además, aporta beneficios en la salud emocional de los mismos hombres.

¿Cuáles son las condiciones que debe haber para que se den estos cambios?

Son muchas las cosas que se pueden hacer en esta línea. Todo empieza por generar espacios de conversación entre los mismos hombres. Estos espacios pueden llegar a involucrar a mujeres, incluso, para que los hombres vean que a ellas también les interesa dialogar.

Esto se debería hacer en todos los ámbitos. Es más, desde que son niños pequeños, se debería promover que los hombres reflexionen sobre esta construcción social. Incluso podemos pensar en mostrarles a líderes que sean modelos que seguir en distintos ámbitos, pero que viven su masculinidad de una manera distinta.

Es importante también que la agenda de género no sea liderada y trabajada solo por mujeres, sino que incluya a hombres.

Las empresas en comunicación tienen un rol fundamental: podrían empezar a mostrar nuevas masculinidades con ejemplos concretos en medios y en la publicidad.

No es lo mismo generar este tipo de espacios en ambientes privilegiados a hacerlo en espacios que no lo permiten. ¿O creés que si es posible hacerlo de la misma forma?

No, no es lo mismo. Es fundamental que se trabaje de forma diferenciada según los retos que presentan distintos grupos: no es lo mismo una comunidad en zona urbana con vulnerabilidad social o hacerlo en una zona rural.

Todo empieza por la forma en que se aborda el tema. Tiene que haber un ejercicio de empatía y de escucha activa. El mensajero y las personas a las que les va a hablar no pueden ser muy diferentes.

Claramente no es lo misma construcción social de masculinidad la que ha tenido una persona en una zona rural a una que ha estudiado fuera del país, porque la realidad no es igual para todas las personas. Hay que partir de ese punto para hacer posibles esto espacios.

También hay que tomar en cuenta que es un proceso. Si una persona ha estado expuesta toda su vida a una forma de masculinidad, no basta entonces con una charla de media hora. Aquí se vuelven fundamentales las iniciativas de política pública como los programas de Afectividad y Sexualidad del Ministerio de Educación Pública.

Si tuvieras que resumir tu postura sobre esto en lo que abogás, ¿cómo lo harías?

Lo primero es que, sin duda, trabajar este tema – el de las masculinidades – no va a tener un impacto solo para los hombres. Tampoco se trata de pensar en hacerle un favor a alguien más, tanto las mujeres como la sociedad en general van a tener un beneficio. Claro que es de nuestro propio interés discutir sobre cómo se define la masculinidad y hay mucha evidencia sobre los beneficios a la salud mental y el propio bienestar.

Lo otro es los hombres tienen que entender que la agenda de equidad no es un juego de suma a cero.

Es decir, el avance y la ganancia que podamos tener en mejorar la equidad de género no va a restarle nada a los hombres: eso es una interpretación errónea que se hace cuando se discute de estos temas.

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