
Hace nueve años, siendo una joven ingeniera agrónoma, Carolina Hernández Chanto ingresó al ICE a trabajar en un área innovadora en el país: el plan de energías no convencionales, dedicado a la investigación de nuevas tecnologías para generación de energías renovables.
Llegaba a aportar su experiencia en el estudio del aprovechamiento de residuos orgánicos para producir biogás, que permite generar energía eléctrica o térmica (sustitución de combustibles fósiles).
Al inicio tuvo que vencer retos como profesional y como mujer, para que sus conocimientos técnicos fueran reconocidos en el sector agropecuario. “Quienes se desempeñan en este sector cuentan con sesgos de género implícitos, por lo que cuestionaban mi conocimiento experto en la tecnología del biogás”, comentó.
Sin embargo, aquellos estereotipos iniciales fueron superados por Carolina con mucha persistencia y paciencia, demostrando su capacidad para desarrollar y gerenciar proyectos de gran escala.
Hoy, es la coordinadora del Programa de Biogás del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), mediante el cual se impulsan alianzas público-privadas para el uso de residuos orgánicos en la generación de energía térmica o eléctrica, en los diferentes sectores productivos del país.
Para ella, el liderazgo, la seguridad en sí misma y la persistencia es una mezcla esencial para el posicionamiento de las mujeres, y el cierre de brechas de género.
Marcando huella
Las actividades cotidianas que desarrolla en el ICE se cruzan entre diseños de plantas de biogás, búsqueda de fondos para la implementación de proyectos, e investigación de nuevos sustratos o materia orgánica de la que no se conoce el potencial de generación de biogás.
Una labor que la inspira por su aporte a la sociedad, dado que la valorización de residuos orgánicos es fundamental para reducir el impacto que tiene el humano en el planeta.
“Ha sido retador trabajar en el sector agropecuario por las actitudes sexistas arraigadas o implícitas y que la gente no sabe que las está teniendo. A eso hay que sumarle la incertidumbre que trae una nueva tecnología y las formas de financiar estas nuevas propuestas de proyecto”, explicó.
“Mi estrategia fue enfocarme en trabajar desde el diálogo, creando capacidades y generando conocimiento, conversando de “Tú a tú” con el sector, con técnicos, productores agropecuarios, de la banca o tomadores de decisión”, explica.
“Me propuse ser alguien a la que podrían consultarle información, ganarme la confianza y que creyeran en mi conocimiento y experiencia. Esta cercanía, y ante todo la accesibilidad, ha facilitado paulatinamente la adopción de la tecnología”, destacó Hernández.
Agregó que en este proceso ha tenido el apoyo de las jefaturas en el ICE. “Siempre me han motivado a demostrar que contamos como equipo con las capacidades para concretar las iniciativas y proyectos. También he contado con su respaldo para acceder a especializaciones, y aportar así al desarrollo del país y de la institución”.
Considera que las mujeres tienen todas las habilidades necesarias para asumir puestos de liderazgo. “No darnos la oportunidad de asumir nuevas tareas e innovar, limitarnos a sí mismas, no sólo nos frena a nivel personal, sino que también a la empresa”.
“A veces sentimos que nos enfrentamos una cultura corporativa, y a veces machista, arraigada de muchos años, pero también debemos vernos como agentes para transformar estos patrones y recordar que no estamos solas: hay hombres y mujeres que nos apoyan, y a los que también después debemos impulsar”, concluyó.